Hay nudos que el pasado ató,
Para que nuestro cuerpo recupere el sabor de una vida
que ya no puede recordar...
Los nudos que até, no los ha atado nadie;
Y es por eso que sólo yo, puedo desatarlos,
Porque sólo el que ata, puede definir el destino de un nudo...
Los nudos que até, aunque pueda, no quiero desatarlos.
Para que nuestro cuerpo recupere el sabor de una vida
que ya no puede recordar...
Los nudos que até, no los ha atado nadie;
Y es por eso que sólo yo, puedo desatarlos,
Porque sólo el que ata, puede definir el destino de un nudo...
Los nudos que até, aunque pueda, no quiero desatarlos.
Me lo encontré de frente, y no pude más, que quedarme mirándole... sus ojos eran los mismos. Los míos no.
Me vi de pie frente a esa cruz, que por tanto tiempo he abandonado, esa cruz, que ya no cargo, esa cruz que decidí ignorar... para sentirme “más libre”.
Pero he vuelto a ese lugar, con una,... doblemente pesada, con una cruz, que si bien es mía, comienza a molestarme.
Ahora que escribo, me recorre la nostalgia ante ese hombre que todo lo pudo en mí, ante esa presencia inigualable, que palpó y abasteció todas mis necesidades, ante ese rostro que tatuado en mi mirada, me hacía sonreír y descubrir que la vida no vale nada, si no estás dispuesto a amarte y una vez desbordada, no te entregas a otros.
Ahora que escribo, me recorre la nostalgia, ante esos años junto a él, ante lo que caminé, lo que dije, lo que hice, movida por esa energía que no todos resisten ni están dispuestos a receptar.
Fui a parar allí, hastiada de intentos por volver a verle, aburrida de leer sus palabras y no escuchar su voz, decepcionada de cleros religiosos, por no encender en mí la llama que algún día algo o alguien apagó...; esperanzada en ver su cuerpo, ansiosa de esa abundante mirada de amor.
He vuelto, porque... como dije, sólo yo até aquellos nudos. Y sólo yo, puedo atarlos con más fuerza. Y en mis intentos, y en mi búsqueda de culpables, sólo estaba yo.
Yo, esperando encontrar el mundo en el mundo.
Y aquí estoy; sola. Degustando cada momento de ese momento. A veces me gustaría acompañarte por siempre... Faltará mucho para que me llames Señor?
Creo, Dios mío
Que estás aquí
Y en todo lugar.
Dame fuerzas Señor,
para seguir amándote
cada día.
Gracias Señor, por lo que has hecho en mí.
Pero he vuelto a ese lugar, con una,... doblemente pesada, con una cruz, que si bien es mía, comienza a molestarme.
Ahora que escribo, me recorre la nostalgia ante ese hombre que todo lo pudo en mí, ante esa presencia inigualable, que palpó y abasteció todas mis necesidades, ante ese rostro que tatuado en mi mirada, me hacía sonreír y descubrir que la vida no vale nada, si no estás dispuesto a amarte y una vez desbordada, no te entregas a otros.
Ahora que escribo, me recorre la nostalgia, ante esos años junto a él, ante lo que caminé, lo que dije, lo que hice, movida por esa energía que no todos resisten ni están dispuestos a receptar.
Fui a parar allí, hastiada de intentos por volver a verle, aburrida de leer sus palabras y no escuchar su voz, decepcionada de cleros religiosos, por no encender en mí la llama que algún día algo o alguien apagó...; esperanzada en ver su cuerpo, ansiosa de esa abundante mirada de amor.
He vuelto, porque... como dije, sólo yo até aquellos nudos. Y sólo yo, puedo atarlos con más fuerza. Y en mis intentos, y en mi búsqueda de culpables, sólo estaba yo.
Yo, esperando encontrar el mundo en el mundo.
Y aquí estoy; sola. Degustando cada momento de ese momento. A veces me gustaría acompañarte por siempre... Faltará mucho para que me llames Señor?
Creo, Dios mío
Que estás aquí
Y en todo lugar.
Dame fuerzas Señor,
para seguir amándote
cada día.
Gracias Señor, por lo que has hecho en mí.
1 comentario:
"eso se llama: sed religiosa."
Un ateo.
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