nada más suavizante que la tranquilidad espiritual...; luego de días agrietados en oscuros pasillos.
Nada mejor que buscar el silencio y que esa búsqueda se convierta en un sonido estridente en medio de la nada.
He vuelto a rezar con perlitas entre las manos y cuando se torna necesario enciendo una vela... "magia pura", magia hermosa y blanca, muy blanca.
He orado hasta quedarme en neutro... esta vez, no buscando ayuda divina, sino mi propia ayuda. Apelo a la Gran Dama, para alcanzar la máxima concentración y hundirme en fuerza interior. Apelo a los míos, a mis cuñas. Había olvidado lo efectivo que es.
Siento el corazón más grande y mi cabeza se ha vuelto a erguir. Y hoy regalé más de cinco pares de sonrisas.
A veces escapar es necesario y retornar es la más hermosa consecuencia.
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