10.4.07


La "lluvia" y un "sueño"...

Comenzó la lluvia. Ayer invertí un par de lucas en un paragua. Caminé con él varias cuadras, escondida y cobijada como tantos otros. Sin saber hasta donde llegaría, pero con certeza clara, de lo que iba a hacer.

Me vi en una de todas las vitrinas que me toparon, crucé las calles necesarias y me eché a la boca una menta que logra tranquilizarme mientras ando. Atrás quedó el centro bullicioso y colmado... no lo necesitaba.

Vi la plaza, abandonada en un día como ayer; una vez ahí, me detuve, miré el banco mojado y añejo... el momento había llegado!.
Sin cerrar el paragua me quité el bolso y la chaqueta... sentí el frío hasta más adentro de los huesos.
Ahora, lo más difícil: abrí los brazos y después de tres segundos contenida, me relajé hasta agradecer infinitamente. Sonreí, di saltos cortos buscando las posas de agua más hondas. Pense en lo grato que es hacer todo cuanto quieras y cuando quieras. Pensé en las mil películas que mostraban un momento como este y me burlé de ellas.
-Empapada me sentí ridícula, por no haberlo hecho antes-.
Miré desde mi altura el paragua abandonado. No lo necesitaba. En qué instante lo dejé en el suelo?: no lo recuerdo.
Sólo sé que ayer fue un día de lluvia y tuve un lindo sueño!!.

Al parecer hay que mojarse, llevar el paragua abierto nos proteje, pero a veces nos impide ver más allá de nuestros pasos.

Tal vez mañana me atreva a hacer lo que sólo en sueños soy capaz.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo que fue Paulo Coelho el que escribió que la posibilidad de realizar un sueño es lo que hace que la vida sea interesante. Hay tantos sueños como personas en el mundo. Existen sueños concretos y sueños abstractos, sueños para vivir y sueños para morir. De niño siempre soñé con sacarle sonido a una vieja caja de seis cuerdas que mi abuelo dejó olvidada en el ático. Pasaron dieciséis años antes de que me atreviera a ‘soltar el paraguas’ sin temor a hacer el ridículo en medio de la ciudad. No obstante, pareciera ser que siempre necesitamos una motivación externa para dar el primer paso. No sé cómo ni por qué, pero sin querer logré encontrar, lejos de mi ciudad, aquello que me hacía falta para entrar a aquel viejo desván. Han pasado cuatro años y aquí estoy, en medio de una calle gris contando lágrimas de oro. Ahora es que me doy cuenta de que mi sueño no era perderme entre cuerdas de nylon y distorsiones estrambóticas sino más bien atrapar en esa vieja caja la ingenua sonrisa de un ángel empapado del elixir de la vida.
a/c

Anónimo dijo...

Hola Caro!!!...
cçómo has estado??

q tal va la vida??

ojalá bien...

y q ni en sueños te resfríes como yo. jeje

besos

 
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