y tú...

cuántas veces has comido del árbol de la vida...?

Eva, Eva, Eva... nos heredaste tus caprichos, tus impulsos... nos heredaste tu mano desafiante y esa capacidad de convencimiento extraordinaria.

E hiciste que la historia se convenciera de que Adán fue un "macabeo"... y en realidad lo fue y además de serlo, también lo heredó a sus descendientes de género. (risas).

Eva: gracias...

Porque aquel árbol prohibido, nos hizo ver la realidad de un proyecto hermoso y divino que era mucha cosa para los seres inespecíficos e imperfectos que lo habitaríamos.

Fuiste condenada al dolor, ese preciado sentimiento regalón, que por más que queramos, no le perdemos de vista ni en el último de nuestros días... ese que hace parir entre lágrimas y entre puños apretados, ese que se reduce a gritos y líquidos puros, ese que apuñala y lleva al precipicio que anteriormente nos hizo saltar y retroceder.

Hiciste de tu hombre el cómplice perfecto de tu falta bendita, esa que nos hace amar el vulrerable existir.

Quién dijo que comer del árbol prohibido fue un error?

La obediencia es un voto sabio, que sólo desobedeciendo se sublima.

Acaso nunca has nadado contra las corriente?

Acaso no has vulnerado los esquemas?

Acaso no has codiciado lo prohibido?

Acaso no lo has pagado caro?...

Aún así, suspiras... porque fuiste tú, y en tus manos tomaste el "libre albedrío", ese obsequio divino que goza de vida eterna.

Eva, si soy sincera... el árbol de la vida no fue sólo tu privilegio, también yo he comido de él, he saboreado sus frutos y los he compartido con otros. Y sabes? ya ni recuerdo las veces en que lo he lamentado... Mujer, tus genes viven en mí.